Manifiesto

POR UNA CULTURA PROGRESISTA

Entendemos que Una Cultura Progresista es la que promociona y ofrece oportunidades a los ciudadanos y ciudadanas, y está dispuesta a asumir las distintas opciones provenientes de los diferentes ámbitos sociales.

Una Cultura Progresista debe apoyar a las diferentes corrientes sociales, aglutinadoras y democráticas, y a los movimientos en auge; los verdes, los sectores libertarios, el asociacionismo solidario, etc. componentes de un espacio plural y necesario para impulsar un cambio social a través del diálogo permanente que implica una apuesta por un futuro más justo.

Lo que suceda en torno a la cultura es de una importancia trascendental para cualquier persona tanto como individuo, ya que la parte más noble del ser humano se manifiesta a través del arte y de la creación, y como miembro de una comunidad que debe tener acceso al disfrute de la cultura.

Una Cultura Progresista, como decía J.M. Mendiluce, debería ser: "radicalmente democrática, realmente sensible…, la mejor escuela ecológica, moderna en su discurso, universalista en sus análisis y respuestas, multicultural y abierta, transversal de vocación, científica en sus propuestas, pragmática en sus alianzas, respetuosa con la diversidad de opciones y planteamientos, joven en su lenguaje, utilizadora de las nuevas tecnologías de la comunicación, ferozmente antiburocrática y contagiadora de felicidad…".
Entendemos que los gobiernos progresistas tienen que llevar a cabo un proyecto de reconstrucción democrática, social y cultural, y sabemos que para que este gobierno siga gobernando no basta, aunque sea necesaria, la victoria electoral, también es preciso que sepa gestionar un programa cultural progresista, a corto, medio y largo plazo, que tenga como objetivo el crecimiento de las personas y la implicación/movilización social.

Una Cultura Progresista debe considerar indispensable el poder para transformar la sociedad pero no creer que la lucha sea únicamente por gobernar. Gobernar para transformar, sabiendo que transformar no es únicamente tarea de los que dirigen sino que hay que implicar a capas cada vez mayores de la población. Edificar una democracia participativa es una de las metas esenciales para un gobierno que se considere progresista.

Por ello, queremos ayuntamientos sensibles a la ciudadanía, que empujen a la conquista de la autonomía individual.

La responsabilidad de la ciudadanía debe ser crear/usar/disfrutar lugares abiertos de encuentro, plurales y fluidos, la recuperación cultural de los valores democráticos y alternativos y la responsabilidad de nuestros gobernantes es poner los medios necesarios para ello.