GAZA, Sin miedo a las heridas

Caminamos sin miedo a las heridas
cuando la noche apenas hecha brisa de estrellas.
Iniciamos la senda - línea de luz, tosca alfombra –
como el que va de paso a un lugar de no se sabe dónde.
Si la noche con sus sombras oblicuas nos confunde,
buscaremos a tientas, como sonámbulos que saben
que el destino se intuye. Seguiremos palpando el aire,
con el olfato atento al rumor de las rosas.
La noche es una herida que sangra lentamente,
un grito de silencio que la brisa confunde.
Sabemos que el dolor se supera con esperanza y sueños,
y el grito, canción oscura que atera el alma,
se atempera si el amor asoma.
En busca, sí, del alba, de la luz y la brisa que nace.
Sentir que somos sueño que alarga sus manos trémulas
y no se cansa de hacerlo cada día.

Víctor Marín González